Las horas en la tierra del jefe de Los Zetas
Por Óscar Balderas He pronunciado su nombre y, por la mueca en el rostro del hombre con quien hablo, parece que está viendo un fantasma. Hace unos segundos tenía un gesto amable, pero se ha puesto lívido, casi pálido, porque dije en voz alta dieciséis letras. Tal vez es la reacción adecuada: ha convivido con tantos asesinatos, que seguro piensa que tiene frente a sí a un cadáver, porque los que no son de aquí y se atreven a decir su nombre, acaban en la tumba. “¿Sí sabes dónde estás, verdad?”, me interrumpe el dueño de la tienda de […]