
La saga de los Vikingos
México es el segundo país que más afición tiene en la National Football Ligue (NFL) de futbol americano, después de Estados Unidos. Supera a Canadá y a Europa y se convierte en un escaparate importantísimo de este deporte.
México es el segundo país que más afición tiene en la National Football Ligue (NFL) de futbol americano, después de Estados Unidos. Supera a Canadá y a Europa y se convierte en un escaparate importantísimo de este deporte.
Ya comenzaron las campañas electorales y con ello nos fumaremos durante todas la navidades y los próximos seis meses una serie de lenguajes que, en el mejor de los casos, son una letanía impropia de un país que desde hace seis años está sacudido por una de las más serias crisis institucionales de su historia actual.
Decía Octavio Paz que los mexicanos tenemos a cuestas el código de lo catastrófico. En todos los actos de nuestra vida social afloramos ese sentimiento y en muchas de sus formas se hermana con un rancio derrotismo que incluso ya se hace tan nuestro y necesario que nos reímos y hasta nos gusta.
De nueva cuenta, el presidente Peña acusó de pasarnos de lanzas cuando criticamos a las instituciones gubernamentales por no cumplir con su obligación de frente a la violencia. Hacemos bullyng, dice.
Hace algunos años, en el medio tiempo del Súper Bowl XLII, mientras los Pats de Nueva Inglaterra sufrían contra los Giants de New York, Tom Petty and The Heartbreakers subió al escenario del evento deportivo más visto del año.
La solidaridad no es un valor intrínseco a las personas. Como un bien cultural, se adquiere, se transmite, según los entornos donde está la posibilidad de desarrollarse.
Se les ve incansable en las calles, en los pueblos y ciudades de la tragedia. No solo en la Ciudad de México, perdonen, sino en cada pueblo y ciudad que se vio afectada por los terremotos, ya sea por el propio movimiento telúrico o por el impacto pos-sismo que nos ha marcado para siempre. O sea, todo el país.
La gente necesita creer en algo para explicarse lo que no puede. Todos los grupos humanos, desde el principio de todo, al convivir y enfrentarse con la naturaleza han necesitado sacar una espiritualidad profunda y así mantener una relación no siempre armónica con el entorno.
En un país donde cada 15 días hay un escándalo político, lo que conviene es tomar cierta distancia para luego retomar las consecuencias que trae consigo cada evento, donde cada vez más horadan el imaginario de las personas y seguramente nos marcará como pueblo.