Los escenarios pos electorales
Ante la inminencia del cambio de régimen en las próximas elecciones, debemos preguntarnos, más allá de toda retórica, si el país soporta una transformación política casi de raíz.
Ante la inminencia del cambio de régimen en las próximas elecciones, debemos preguntarnos, más allá de toda retórica, si el país soporta una transformación política casi de raíz.
El tigre está suelto desde hace 12 años. No es novedad, y si lo enmarcamos en la violencia cotidiana y en la desesperanza que conllevan las permanentes crisis que vivimos actualmente, vemos que es un tigre bien bravo.
Necesariamente, conforme pasa el tiempo uno tiene que toparse en las formas más ocultas de querer o amar a una persona. No porque sea exactamente eso, subterráneo y obscuro, sino porque en la actualidad cada vez es más complejo dar y recibir cariños y afectos.
Es imposible no hablar de la violencia. El desborde que ha alcanzado en nuestro país no tiene precedentes en las últimas décadas. ¿Por qué hemos llegado hasta aquí? Una pregunta compleja, pero al mismo tiempo muy obvia.
Se terminó la temporada de futbol americano y el sino que marcó este año el súper bowl fue la sospecha ya común y general que ha consumido gran parte de los comentaristas y analistas de este deporte. De nueva cuenta, los Patriotas de Nueva Inglaterra contendrán la gran final de la NFL, por lo que estamos ante la mayor de las dinastías que se haya visto.
México es el segundo país que más afición tiene en la National Football Ligue (NFL) de futbol americano, después de Estados Unidos. Supera a Canadá y a Europa y se convierte en un escaparate importantísimo de este deporte.
Ya comenzaron las campañas electorales y con ello nos fumaremos durante todas la navidades y los próximos seis meses una serie de lenguajes que, en el mejor de los casos, son una letanía impropia de un país que desde hace seis años está sacudido por una de las más serias crisis institucionales de su historia actual.
Decía Octavio Paz que los mexicanos tenemos a cuestas el código de lo catastrófico. En todos los actos de nuestra vida social afloramos ese sentimiento y en muchas de sus formas se hermana con un rancio derrotismo que incluso ya se hace tan nuestro y necesario que nos reímos y hasta nos gusta.
De nueva cuenta, el presidente Peña acusó de pasarnos de lanzas cuando criticamos a las instituciones gubernamentales por no cumplir con su obligación de frente a la violencia. Hacemos bullyng, dice.