El mundo es uno mismo
“Tú sabes por qué Jesucristo no nació en México, ¿verdad? “Consejero: No. ¿Por qué? “Westray: Porque no hubo forma de encontrar una virgen. Ni a tres hombres justos que hicieran de reyes magos.”
“Tú sabes por qué Jesucristo no nació en México, ¿verdad? “Consejero: No. ¿Por qué? “Westray: Porque no hubo forma de encontrar una virgen. Ni a tres hombres justos que hicieran de reyes magos.”
En la cinta Hombre mirando al sudeste, escrita y dirigida por Eliseo Subiela, en 1986, el protagonista dice venir de otro mundo y confiesa al psiquiatra que en su planeta han encontrado el remedio para todas las armas que se han inventado en la tierra, menos para una: la estupidez humana.
Leo Chamula, un pueblo tzotzil (Coneculta-Celali, 1997), de Enrique Pérez López, quien dice que (p. 11): “Chamo es el nombre tzotzil de Chamula que literalmente quiere decir ‘murió el agua’, nombre que es respaldado por la tradición oral de los viejos que dice que en el lugar donde se ubica la cabecera municipal era un lago”.
En esos tiempos yo era funcionario. Mi secretaria me dijo que alguien me buscaba. —Que pase. Entró un hombre mayor, súper amanerado, vestido con cierta elegancia, con cierta pobreza: había algo de ropa cara, aunque pasada de moda en su atuendo, que incluía sombrero.
Con mi queridísimo compadre Ricardo Mena, amigo imprescindible de toda mi vida (a quien desafortunadamente veo muy, muy poco) platicábamos hace tiempo sobre Chelis Solís, su suegro vivo en aquel entonces. Recién nos habíamos emborrachado juntos, los tres, y revivíamos felices, Ricardo y yo, ese reciente pasado. Chelis era magistral cuando se lo proponía, con un talento innato para la comedia, un tempo preciso, una asombrosa capacidad para asombrar.
Hijos del dios Cronos, los también dioses Zeus, Poseidón y Hades desterraron a su padre (nadie puede matar al tiempo) a una lejana isla del Atlántico. Después, dice Robert Graves en Dioses y héroes de la antigua Grecia (Editorial Lumen, 1990: 13), “echaron suertes para repartirse las tres partes del reino de Cronos. A Zeus le tocó el cielo, a Poseidón el mar y a Hades los infiernos”.
En Yajalón, mi compadre Jorge Arturo, amabilísimo anfitrión, ha dispuesto una hamaca para mí en una terraza desde donde puedo ver enfrente las bellas montañas que rodean el pueblo, llenas todavía de árboles (aunque ya se sembraron aquí y allá casas, cuyos frutos generalmente no son buenos para la tierra).
Aunque he leído varios libros de ficción y ensayística de Luis Villoro, Conferencia sobre la lluvia (Almadía, 2013) es la primera obra de teatro de este autor que disfruto (sólo ha escrito tres, se supone). En este monólogo (muy en la línea del Auto de fe, de Canetti, por el tema, y Sobre el daño que hace el tabaco, de Chéjov, por la forma) un bibliotecario da una conferencia que desvía constantemente al asunto que más le interesa: su vida.
Un grupo de mujeres académicas se reunieron para formar el Taller de Teoría y Crítica Literaria “Diana Morán”. Como resultado han publicado varios libros; el que he leído es Rosario Castellanos. De Comitán a Jerusalén (Tecnológico de Monterrey-CONACULTA, 2006), conformado por ocho ensayos –y una entrevista a Dolores Castro– de distintas autoras.