El misterio de escribir
Ya he contado, creo, en alguna Casa de citas anterior, que hubo un tiempo que hacía libros con recortes de periódicos, dibujos, fotografías, mails y demás. Era un modo de no perder algo que quería conservar. Pegaba en hojas blancas todo aquello que no tenía tiempo de leer con tranquilidad y me llamaba la atención; cuando el volumen ya tenía dimensiones no tan breves, no tan monstruosas, lo empastaba.