Algunos muertos
Fadanelli: “La juventud y la vejez son un golpe de suerte, no poseen valor en sí mismas. ¿Qué más da atrasar el reloj que adelantarlo?”
Fadanelli: “La juventud y la vejez son un golpe de suerte, no poseen valor en sí mismas. ¿Qué más da atrasar el reloj que adelantarlo?”
Truman Capote escribió A sangre fría (reportaje literario o novela de no ficción, como la llamó, sobre un crimen en Kansas, en 1966); luego, en copias con talento, repitiendo el hallazgo y adaptándolo a otros crímenes de sus países, García Márquez escribió, en 1981, Crónica de una muerte anunciada, y Vicente Leñero, en 1997, Asesinato.
La sirvienta les dice que un lacayo pregunta por ellas. Madelón le explica que debe hablar con elegancia y decir: “Ahí está un imprescindible que pregunta si os encontráis en adecuación de estar visibles”
Gus van Sant: “Morir es fácil. Lo complicado es el amor”.
Pessoa: “Las ideas que se piensan válidas, también es porque se las siente. Nada vive en este mundo –ni la más abstracta de las ideas– si no está anidado en el corazón”.
Süskind: “¿Por qué, me preguntaba con frecuencia de niño, la gente no va nunca al retrete en las novelas? Tampoco en los cuentos de hadas ni en la ópera, ni en el teatro, el cine o las artes plásticas. Una de las actividades más importantes, ocasionalmente más urgentes, incluso vitales del hombre no aparece en el arte”.
Sarrazac: “La escritura no es, después de todo, más que un largo y muy incierto retorno hacia lo real”.
“Cualquier persona medianamente leída sabe recitar de memoria el famoso consejo agustiniano por el que nos recomienda no perder tiempo yendo y viniendo fuera de nosotros, pues es ensimismándose, en la intimidad del hombre, donde habita la verdad”
—Bodas. Siempre que voy a una, veo a otra buena mujer contra la pared. —¿Y qué me dices del hombre? —El hombre es la pared.