La novela de la novela
Molinari: “¿Y ahora? ¡Nada! ¿Seguir escribiendo? ¿Para qué? Nací en un pueblo triste, acá nadie lee”.
Molinari: “¿Y ahora? ¡Nada! ¿Seguir escribiendo? ¿Para qué? Nací en un pueblo triste, acá nadie lee”.
Uno de los grandes poemas universales y el mayor de la literatura portuguesa es Los Lusíadas, de Luis de Camoens. Se publicó por primera vez en 1572. Ríos de tinta se han vertido para hablar de la recuperación en el mar del poema y de la pobreza extrema en la que vivió y murió el poeta. Un religioso dijo: “Yo lo vi morir en un hospital en Lisboa, sin tener una sábana con que cubrirse”.
Horacio: Hay que conservar la íntima tranquilidad que no pueden dar ni el mundo exterior, ni los dioses, porque procede únicamente de nosotros mismos
Carlos Marx: “Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia”.
George Bernard Shaw: Los ángeles pueden llorar por el asesinato; pero los dioses se ríen de los asesinos
Andrés Aubry: “San Cristóbal de Las Casas es esta ciudad que se construyó con la boñiga de caballo, la paja de trigo o la juncia de ocote, la clara de huevo y la viruta del pinabeto, como en los cuentos de hadas”
Steiner: “Desde un punto de vista estadístico, el número de muertos desde la última era glacial es muy superior al de los vivos. Somos todavía el planeta de los muertos”.
Vasconcelos: “Que mande el espíritu en vez de mandar la fisiología, y el país verá que su destino pega el salto».
José Vasconcelos: “Igual que los enfermos, los pueblos en decadencia se complacen en la mentira que les sirve para ir tirando”.