Un atisbo al diario de la Atenea
La Atenea tiene mala una patita y aun así corre con las tres que la dejan. Llega hasta mí y se echa para recibir mis caricias. Ahora tengo que detenerme más, porque si no lo hago, con todo y su dificultad, brinca hacia mi pecho. El amor de los perros es completo, total, perfecto. Ojalá los humanos pudiéramos amar así.