Desde la tierra caliente a los altos
Toman los caminantes la iniciativa y los saludan; ellos responden y se acercan aún más, preguntan y responden. Al final conversan todos y hasta un par de fotos quedan para el registro.
Toman los caminantes la iniciativa y los saludan; ellos responden y se acercan aún más, preguntan y responden. Al final conversan todos y hasta un par de fotos quedan para el registro.
Dos señoras llevan en su cabeza enormes racimos de plátanos guineos, y a la mano, “cutos” como llaman en el Soconusco a los machetes tuncos del Chiapas en general. Caminan sudorosas y apenas con sandalias, a lo largo de la carretera.
Ya para llegar a la cumbre de la eminencia, en donde se encuentra erigida la iglesia, la Presidencia Municipal, la pequeña plaza y el antiguo pueblo —hoy toda una ciudad formal—, lo confiesan… sienten miedo: la pendiente de esta última calle es exagerada y abrupta.
Comen pues, sabroso, mientras observan a una familia completa de maya-lacandones que… son aún identificables por su cabellera larga; dos de ellos, mayores, vestidos a la antigua usanza, con túnicas largas de manta, mangas cortas y cuello informal.
El camino de veras que luce de primera, como ninguno de los practicados a lo largo del recorrido, aunque en absoluto muestra ninguna señalización, situación evidentemente comprensible. Escasas estaciones radioemisoras se encuentran en el dial de la radio, todas cristianas aunque no católicas.
vanzan y “algo más allá ha de estar Altamirano”, concluyen los tres, con base en el mapa que les sirve de referencia. Aunque de pronto, un convoy de tres vehículos militares artillados, los saca de la modorra y el tedio del medio día.
Esto narra la historia y el marco jurídico internacional, siempre que el ámbito de su aplicación no sea la amnesia, la locura o la guerra.
O tal vez no transitan por acá sino mediante aviones que desconocen nuestros excursionistas, o por el camino pavimentado que el gobernador Castellanos mandó construir desde Chacaljocom a Villa las Rosas, para llegar a Tuxtla vía la antigua San Bartolomé.
Por la Zacualpa y San Cristóbal. Siguen la ruta con intrincadas vueltas a izquierda y derecha, aunque siempre hacia arriba. Atraviesan Pozo Colorado, dejan a la izquierda la localidad El Duraznal, y de pronto se abre ante sus ojos una maravilla, pues la carretera serpentea por entre extensas hortalizas y campos cultivados.