Nosotr@s, o sea la audiencia

Aristegui en las redes sociales: El Economista

Aristegui en las redes sociales: El Economista

Nosotros, o sea la audiencia de MVS (poca o mucha), nos pasamos a retirar con nuestros sueños y dignidad a otra morada”, así dijo don Ulises Ríos en una carta publicada en El Correo Ilustrado de La Jornada el lunes 16 de marzo. Fue la primera carta que se publicó ahí al respecto, cinco días después de iniciado el affaire Aristegui-MVS. Ese mismo día en la tarde se leería esa carta frente a cientos de personas que se juntaron frente a las oficinas de MVS para entregarle 170 mil firmas de personas que rechazaban la salida de Carmen Aristegui de esa estación. ¿Quiénes son esas personas? ¿quién es Ulises Ríos? ¿quiénes eran esas tres mil personas que entregaron las firmas? ¿quiénes son esos 170 mil firmantes? ¿Quiénes son las miles de personas que han escrito millones de tuits al respecto? Somos nosotr@s, la audiencia.

El conflicto en MVS nos afecta. Nos guste o no el noticiero en cuestión, tenga trabajo o no el equipo de periodistas, nuestros derechos a la información y a la libertad de expresión están en riesgo, amenazados de forma permanente. La censura hace eso.

Porque sin lugar a dudas es un acto de censura. La censura en la radio mexicana tiene diferentes modalidades. Como en las viejas dictaduras imperfectas, todavía existe el modelo donde un grupo de gendarmes toman las instalaciones del medio y destruyen la maquinaria necesaria para poder transmitir. Pero eso sólo pasa con las radios más pequeñas, más indefensas, las radios ciudadanas y comunitarias. En las radios empresariales no pasa eso, pero basta una llamada del gobernador —en casos extremos, del presidente— para que los micrófonos le sean negados a quien haya osado importunar al poder. En el caso de Carmen Aristegui se requirió más que eso, pues su trayectoria le permitió establecer un contrato —aparentemente— a prueba de despidos instantáneos. La presidencia presionó a Joaquín Vargas durante varios años, los aislaron, les arrebataron concesiones, MVS se enfrentaba a la amenaza de desaparecer ante la presión y el hostigamiento. Los empresarios no son héroes, por lo que en cuanto el equipo de Carmen cometió un pequeño error (una nimiedad, que en este caso se hizo tormenta, pero como dice Javier Solórzano, pudo haberse usado de pretexto que pasara la mosca) aprovecharon y se fueron con todo contra el equipo hasta que lograron expulsarlos.

Desde la Secretaría de Gobernación se insiste en que es un conflicto entre particulares, entre dos particulares: el patrón y la empleada. Así lo asumió en un principio incluso Gabriel Sosa, el ombudsman de la audiencia en MVS, en su primer comunicado, instando a las partes a llegar a un acuerdo. Sin embargo el despido de Lizárraga y Huerta dejó claro que no se trataba sólo de un desacuerdo de uso de marca, sino una vendetta. Luego los famosos lineamientos de MVS fueron el remate (el ultimate) acompañados del mensaje implícito que siempre ha sido el colofón de los actos de censura en México: “Con el presidente no se metan”. A esto el defensor de la audiencia de MVS respondió de manera más que decente, poniendo por encima de los intereses del empresario o la conductora, los intereses de la audiencia, alzó la voz para decir que en la pelea entre empresarios y periodistas, los principales afectados eran ellos, éramos nosotros

En el ring de los medios siempre ha habido cuatro jugadores: las empresas, los periodistas, el gobierno y la audiencia. Entre esos cuatro actores se conforman las negociaciones y las dinámicas de la prensa. En Excelsior, por ejemplo, de 1968 a 1976 hubo una alianza entre empresarios, lectores y periodistas que permitió construir un espacio crítico en épocas de oscuridad informativa, en que el gobierno controlaba a empresarios y periodistas y con ello a buena parte del público. En 1976 dicha alianza se rompió, cuando los empresarios de Excelsior se aliaron con el gobierno y los periodistas con sus lectores. Ambas alianzas permanecieron muchísimos años, la primera les sigue rindiendo frutos, la segunda se mantiene de pequeños hilos, pues los periodistas herederos de ese grupo han ido volviéndose empresarios y le han restado compromisos a la información en favor del dinero.

Lectores, público y audiencia han crecido, se ha vuelto un grupo crítico difícil de identificar, de controlar, de prevenir. Su principal peligro es que sabe lo que quiere, ya no es lo que pensaban que era, un grupo de consumidores-esponja que tragarían como verdad lo que decidieran darle, ya fueran los empresarios, los periodistas o el gobierno, en cualquiera de sus combinaciones.

Del mismo modo que hace 40 años, la alianza entre los empresarios de MVS, el grupo de periodistas que trabaja alrededor de Carmen Aristegui y la audiencia de sus programas (sumada a los lectores de sus publicaciones en la web) había funcionado bien hasta la semana pasada, en que los empresarios, hartos del hostigamiento del gobierno, decidieron cambiar sus preferencias y darle la espalda al periodismo y a su público.

Pero en esta ocasión el sector de la audiencia ha decidido vender muy caras sus acciones. Con plena conciencia de su importancia en el juego, han mostrado su fuerza de distintas maneras. El primer campo de batalla fue Twitter, con el hashtag #EnDefensaDeAristegui , propuesto por un militante de Morena. Mantener un hashtag en twitter ya resulta complicado, pues al segundo día de estar en los primeros lugares del trending topic se activaron los bots que lo anularon, aunque también su falta de efectividad fue resultado de un hashtag limitado, al hacerlo una defensa unipersonal y no de un equipo o de los derechos de las audiencias. El uso de bots por parte de la empresa, tanto para anular hashtags como para sumar seguidores en sus redes fue documentado por diferentes tuiteros y dejó en evidencia que todo el asunto fue planeado y la empresa tomó sus precauciones de control de daños.

También en Twitter, al igual que en Facebook, se libraron pequeñas escaramuzas de radioescuchas frente a haters (defensores de la libre empresa, defensores del gobierno y enemigos de sus críticos, odiadores de Carmen o simples contreritas), que contribuyó a la percepción de que todo el mundo hablaba del tema. Un buen grupo de esa ciudadanía activa en redes sociales se dedicó a presionar a periodistas y líderes de opinión para que se posicionaran respecto al conflicto. Muchos se resistieron, pero al paso de los días poco a poco fueron planteando su solidaridad la mayoría. Los menos fueron los que dieron la razón a la empresa, casi todos vinculados a la misma o bien a periódicos con marcada tendencia progobiernista (como Milenio). Los periodistas que decidieron darle la razón al patrón antes que a sus colegas fueron objeto de críticas por parte de sus lectores, amigos y seguidores de manera multitudinaria, no pocos de ellos se quejaron de estar siendo linchados en las redes sociales, aunque en casi todos los casos fueron más las críticas que las descalificaciones. Caso excepcional y lamentable fue el de Ezra Shabot, conductor de un noticiero en MVS que escribió a favor de los lineamientos, quien fuera atacado por sus seguidores de manera bastante virulenta, llegando algunos de ellos a lanzar insultos racistas que descalificaron de inmediato todo el argumento. Salvo el caso Shabot, el resto fue asistir a un espectáculo en donde los periodistas se mostraron incapaces de responder a un público que no estaba de acuerdo con sus sentencias, y le llamaron a eso linchamiento, recurriendo al insulto (pejezombies, carmenzombies, fanáticos y un sinfín de salidas de emergencia).

El plato fuerte de la audiencia fue una petición en change.org, promovida por Alberto Escorcia, un activista de computadora cuyas acciones y efectividad ya quisieran muchos activistas de torta y refresco. La petición alcanzó las 100 mil firmas en poco más de 24 horas, y llegó a 170 luego del fin de semana de puente. Rompió todos los records de la plataforma change.org, pues la cifra más alta alcanzada en menos tiempo, de acuerdo a Kathia D’artigues, había sido 100 mil firmas al cabo de una semana completa. Fueron entregadas al ombudsman Gabriel Sosa el lunes 16, ante tres mil personas.

Luego de eso vino el llamado al boicot y al unfollow. Fue grande, fue masivo. En un solo día (martes 16) su cuenta de twitter perdió más de 30 mil followers y sigue bajando, mientras que la fanpage de Facebook perdió más de cien mil “me gusta” (y si se considera una “inyección” de 50 mil likes, se podría hablar de 150 mil “unlikes”) además de juntar un número impresionante de comentarios negativos.

Los más rudos fueron más allá y hackearon las páginas de MVS y de Dish, doxeándolas con comunicados apócrifos donde las empresas reconocían su error y haber sido “comprados” por el gobierno federal. Otros, todavía más radicales, cancelaron su suscripción a Dish, aunque en muchos casos les respondieron con un largo interrogatorio y grandes ofertas de nuevos canales y descuentos (pruebe usted, igual y pega). Hubo además acciones ciudadanas en otras ciudades de México donde MVS tiene sucursales, como Veracruz, León y Mérida. También se está promoviendo un boicot a las empresas de la familia Vargas y a los anunciantes de MVS.

Lo más impresionante, sin duda, fue lo sucedido en change.org, pues no sólo fueron las 170 mil firmas y el rompimiento del récord de más firmas en menos tiempo, sino que también se rompió el récord de más peticiones relacionadas con el mismo asunto: 60 peticiones relacionadas con Carmen Aristegui, desde la de #CarmenSeQueda hasta esa donde solicitan que sea candidata a la presidencia, pasando por quienes solicitan a los rectores de la UAM, la UNAM y la Ibero que la inviten a sus estaciones de radio. No sólo son muchas, sino que en las peticiones existe la posibilidad de poner comentarios, lo cual casi nunca se hace pero cuando sucede le da un plus cualitativo. En el caso de #CarmenSeQueda hubo 60 mil comentarios. Mucha gente hablando de lo que quieren.

A pesar de lo que opinan quienes opinan, change.org no es un espacio para que sucedan cosas (si juntas cien mil firmas para que el sol salga por el oeste, así como si juntas cien mil para que Peña Nieto se ponga a leer), para lo que sirve es para tomar la temperatura de lo que antes los opinadores llamaban la “opinión pública”. En ese antes debíamos confiar en lo que nos decían los llamados “líderes de opinión”, hoy, gracias a plataformas como esta, la opinión pública se puede leer en vivo y en directo. Los viejos “interpretadores” de la voz de las masas seguirán desconfiando de ella, el resto de la gente puede ir y firmar, ir y leer las opiniones, ir y tomarla en cuenta.

Habrá más acciones de la audiencia, ejercerá sus derechos aunque del lado de quien debe garantizar su cumplimiento nadie conteste el teléfono (el ombudsman Gabriel Sosa se quedó hablando solo con sus defendidos, sin tener respuestas de los empresarios, mientras que el Ifetel brilló por su ausencia). Integrantes de la audiencia destacados seguirán metiendo en problemas a empleados sumisos de MVS, como el caso de Tenoch Huerta, que expresó su sentir en el programa de Jairo Calixto y Miyagi, dejándolos en evidencia en su silencio cómplice. Otros seguirán el boicot buscando que la decisión le salga tan cara a MVS que la próxima empresa que lo intente haga sus cuentas dos veces antes de ejercer un acto de censura. Otros se apoyarán entre si para buscar nuevas opciones de noticieros y criticarán las opciones existentes entre todos juntos. Seguirán creciendo como sector involucrado en el proceso de comunicación, y eventualmente, quienes hoy les ignoran o ningunean, se verán obligados a dialogar y acordar, pues no olvidan sus derechos aquellos quienes los ejercen.

El equipo de Carmen Aristegui volverá al aire muy pronto. El empresario Joaquín Vargas Guajardo recuperará poco a poco sus ingresos (una vez que termine de pagar las indemnizaciones, las demandas de anunciantes, y que el gobierno cumpla sus promesas). Nosotr@s, el actor social que ahora somos, deberemos seguir defendiendo nuestros derechos como audiencia, en el caso presente, en el que siga y después, buscando evitar que en adelante esos derechos se violen o se ignoren.

Ya para cerrar quiero dejar un comunicado que circuló en redes sociales, donde nosotr@s, o sea la audiencia, mandamos un comunicado a la empresa para notificarle la pérdida de confianza y que de ahora en adelante prescindiremos de sus servicios. Ojalá que se den por enterados:

“Comunicado del auditorio mexicano a Noticias MVS: Por pérdida de confianza, el auditorio mexicano prescinde de los servicios de una empresa de información.

-La decisión, por haber comprometido el periodismo serio.

-Exhortamos a todo México a dejar de sintonizar Noticias MVS.

-Como parte de las medidas pertinentes que están tomando los Mexicanos, para evitar el uso indebido de nuestros recursos radioeléctricos, el día de hoy una estación de noticias, adscrita a una empresa poco seria a la que no le interesa el periodismo, fueron separados por pérdida de confianza.

-La decisión, obedece a que los mexicanos tienen razones suficientes, que han ocasionado la pérdida de nuestra confianza en esta empresa informativa.

-Como lo hemos venido señalando desde el día 10 de marzo, la plataforma Méxicoleaks no es el problema, el problema es la furia emanada desde Los Pinos. Ventilar los lujos de una familia presidencial corrupta, o destapar la cloaca del PRI-DF es algo inadmisible e inaceptable en un país democrático.

-Lamentamos, vernos obligados a tomar este tipo de decisiones. Pero como audiencia, no podemos permitir abusos por parte de las empresas de noticias a las que se les brinda un bien nacional (el espectro radioeléctrico) y cuya obligación es informarnos con la verdad.

-Exhortamos a todo el pueblo de México a dejar de sintonizar MVS y prescindir de su contrato con Dish.”

4 Responses to “Nosotr@s, o sea la audiencia”

  1. Carlos Eugenio
    23 marzo, 2015 at 9:45 #

    Yo le agregaría, al terminar la carta para MVS, la diplomática e hipócrita despedida: «Les deseamos éxito en sus futuros proyectos».

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