Lacandona: Contra-Desplegado (no pagado)
Por Miguel Angel García
( Coordinador General de Maderas del Pueblo del Sureste, AC)
Este «Contra-desplegado» se difundió en la segunda quincena de mayo del 2000 (hace 14 años) y finalmente fue publicado (gratuitamente) por el Suplemento La Jornada, Ojarasca, en su ejemplar de junio de ese 2000 (cualquier parecido con lo que hoy ocurre…es mera causalidad).
El contexto
A fines del sexenio de Zedillo y, en Chiapas, del «croquetas» Albores, -con Julia Carabias como Secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca- se incrementaron las acciones de guerra «de baja intensidad», contrainsurgencia y división de comunidades, en todas las zonas con presencia ó influencia zapatista de aquella entidad.
Una zona de particular interés para el Estado y, para inteligencia política-miltar, era obviamente, la Selva Lacandona -zona de surgimiento del movimiento rebelde- y en especial, la Reserva Montes Azules, que, por su intrincada vegetación, era la zona «natural» de resguardo de las milicias armadas zapatistas.
Se incrementan entonces las presiones gubernamentales -especialmente por parte de SEMARNAP, con el público apoyo de la Ong estadounidense, Conservation International- para el desalojo violento de las entonces 32 comunidades indígenas en resistencia, asentadas dentro y en los márgenes de la Reserva Montes Azules, esgrimiéndose ante la opinión pública, el pretexto «ambiental».
Así las cosas, el 12 de mayo de 2000, aparece publicado en todos los diarios nacionales de mayor circulación, un desplegado a plana completa, firmado por más de un centenar de académicos, conservacionistas y ambientalistas urbanos, titulado «Demandamos a las autoridades federales y estatales, hacer valer la ley y actuar con responsabilidad y rapidez para salvar la Selva Lacandona», en el cual -entre una serie de «argumentos» ambientales- se afirmaba que en ese momento ocurrían en la Reserva de Biosfera Montes Azules, “170 incendios», mismos que “…estaban destruyendo 10,000 ha de selva alta”, “…provocados por las comunidades indígenas invasoras”…, a las que se exigia entonces “desalojar, por bien de la Nación” (ver añadido anexo)
(ver también: http://maderasdelpueblo.org.mx/archivos/pdf/Historia_Comunidad_Lacandona.pdf y
http://maderasdelpueblo.org.mx/?q=el-caso-de-la-reserva-montes-azules )
Estos incendios eran ficticios…nunca existieron…lo constatamos los integrantes del Centro de Derechos Humanos Frayba; Guererros Verdes, AC y Maderas del Pueblo del Sureste, AC, que acudimos directa y personalmente al corazón de Montes Azules, los días 19, 20 y 21 de ese mayo 2000, a participar en el «Foro por la Defesa de la Vida, la Tierra y los Recursos Naturales», convocado por la ARIC-ID, realizado en la comunidad tsotsil de Nuevo San Gregorio…. En realidad, y de acuerdo con las cifras oficiales finales publicadas por SEMARNAP (Agosto 2000), en ese año, en toda la Selva Lacandona (5 regiones) sólo se quemaron 398 hectáreas.
Cabe señalar que en ese entonces fungía como Coordinador de la ARIC ID, el compañero Porfirio Encino, quien a partir de Diciembre de ese mismo 2000 pasó a ser Secretario de Pueblos Indigenas del gobierno de Pablo Salazar, hasta que un «extraño» accidente de avioneta le quitó la vida el 29 de marzo 2003.
Es en este contexto, en el que se hace público:
CONTRA DESPLEGADO NO PAGADO
(por no tener ni para comer)
A nombre de grupos indígenas tzeltales, tzotziles, choles y tojolabales de la selva Lacandona de Chiapas, humildemente le pedimos a quien corresponda hacer valer la vergüenza y actuar con responsabilidad y rapidez para hacer un poquito para salvar la Ciudad de México.
- C. Dios padre,
- C. Dios hijo,
- C. Espíritu Santo
- C. Lucifer (al final es quien manda hasta ahora en este mundo)
- C. Rosario Robles (gobernadora) (por no dejar)
Desde hace muchos años la Ciudad de México se está acabando todo: su aire, su agua, sus bosques; y no cansados con esto, nos está echando toda su porquería (esmog, drenaje, basura, tierra) al campo y robándonos, a campesinos e indígenas del país nuestra agua, nuestros bosques, nuestras selvas y nuestros suelos para seguir creciendo y creciendo “civilizadamente” (y sobre todo para llevarlo todo a las colonias Las Lomas, Tecamachalco, San Angel y Santa Fe).
“La defensa de la Ciudad de México”, creemos como ignorantes que dicen que somos los indios, “debe ser un tema de seguridad nacional”, porque alguien nos ha dicho que en la Ciudad de México viven como unos veinte millones de gentes, entre ellos, las trescientas familias riquísimas, que también nos han dicho, son dueñas de nuestro país (como la familia del dueño de Pulsar a quien por allá conocemos muy bien y que paga tan bonitos libros sobre los animalitos de la selva Lacandona).
“Muchos de nosotros” los indios de Chiapas, -igual que como los indios de Oaxaca, de Guerrero y de todo el país- hemos tenido que ir (como podemos) a la Ciudad de México muchas, muchas veces, y sin resultados a realizar trámites agrarios y a pedir justicia contra ganaderos, talamontes y narcos que han arrasado con las montañas de este País (y siguen tan campantes). En especial nosotros, los indios que vivimos desde hace más de veinte o treinta años en la Selva Lacandona (adonde fuimos a dar, no por gusto, sino porque hasta allá nos aventó la miseria y la injusticia en que siempre hemos vivido) y desde entonces hemos estado pidiendo que se solucione nuestro problema agrario y nuestra miseria. Pero ya saben (¿lo saben?) cómo es este país: nunca hubo solución ni nada para nosotros (quien nos manda ser indios).
Pero o´ra que acabamos de estar hace poquito haciendo otros trámites allá en la Ciudad de México, ‘ora sí nos espantó mucho ver la cantidad de coches, camiones, fábricas y fumadores sin control, echando “un humaderal que no nos dejó ver para nada el sol” y en cambio sí nos enfermó muy fuerte de los ojos, la gripa y la tos.
Si esto fue pa’ nosotros que estabamos nomás unos días de trámites, qué será pa’ todos los niños y viejos que ahí viven (y la mayoría ya ni trabajo, ni de comer tienen y ahí no pueden hacer milpa pa’ sobrevivir).
Así es que, a pesar de ser indios ignorantes y primitivos, y sabiéndo que terminar con el humo venenoso en la Ciudad de México es muy difícil (pa’ no, hablar del agua, del drenaje, de los químicos, de la basura y de todas esas lindas cochinadas que producen ustedes “los civilizados”) humildemente solo pedimos, pa’ empezar, que se investigue a todos aquellos ecologistas y ecólogos (¿así se pronuncia?) que firmaron el anuncio ese en el periódico “Jornada” (alguien nos dijo que costó como veinticinco mil pesos) donde exigen a Zedillo que otra vez nos corran de la tierra donde nos habíamos ido por miserables. Que se investigue pués, cuántos coches tienen, cuánto tiempo lo usan y para qué lo usan; si fuman y cuántos cigarros fuman; de una vez, que les pregunten si separan la basura y la reciclan; si hacen compostas en sus casas; si alguna vez han sembrado con sus propias manos un árbol y si sí, cuántos; si usan al menos focos ahorradores de luz; si reciclan el papel de sus oficinas; si usan sistemas ahorradores de agua en todas sus llaves; si han contado alguna vez todos los empaques que consumen diario (y si eso realmente les
preocupa y han hecho algo más que pegar de gritos); si compran refrescos y jugos de lata o de envases no retornables y cuántos por cada persona de su familia. En fin, como indios ignorantes y primitivos que somos, sólo quisiéramos que se investigara cuál es el impacto sobre la vida de toda la humanidad que hacen esos que firmaron en contra de nosotros (alguien nos dijo que eso se llamaba “huella ecológica”) y que entonces a los que reprueben, pues que los detenga la Policía Federal Preventiva, y que “con un trato justo y digno” esos dizque ecologistas y ecólogos sean castigados, “ respetando sus derechos humanos” llevándolos a abrir las cepas y a reforestar Cuajimalpa, Contreras y el Ajusco donde, muchos de ellos (o sus parientes, o sus amigos, o sus “colegas”) han despojado a las comunidades y ejidos dueños originales de esos terrenos, para urbanizar, pavimentar, abrir calles y carreteras, destruyendo los bosques y construyendo ahí sus casas, faltando con esos a todas las leyes ¿o no?
Con esta humilde solicitud, nosotros los indios de la Lacandona “no dejamos de reconocer sus legítimas necesidades” como ecologistas y ecólogos de preocuparse más por la selva que por nuestra vida y por nuestros niños, porque después de todo ya sabemos que varios de ustedes ya sabían que hay formas de sembrar milpa y no quemar y no usar químicos y que hay formas para que nosotros como indios tengamos nuestras Reservas Ecológicas, pero no se les ocurrió mejor ayudarnos a eso ¿verdad?
Señores ecologistas y ecólogos que firmaron (y quien sea el que pagó), sean sinceros con ustedes mismos y con todos, lo que ustedes realmente quieren para la Lacandona y para todo México, no es principalmente una Reserva Ecológica, sino una Reservación Indígena donde el gobierno nos meta por ser indios y estorbarle al dizque “progreso” ¿verdad?
Humildemente
Juan Pérez Jolote III
(Indígena Tzeltal aventado
por miserable a la selva Lacandona
hace 30 años)
mayo 13, 2000
Oigan ¿y no podrían decirle al mismo que les pagó los $25,000 de su desplegado, que pague este también?
http://maderasdelpueblo.org.mx/archivos/pdf/COMPILACION_DE_ARTICULOS.pdf
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