SUBALTERNA, muestra de cine hecho en Chiapas
Carta de las y los trabajadores del arte, en relación a la FIC-San Cristóbal
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas México 18 de enero de 2015
Las y los trabajadores del arte que convocamos a Subalterna (una muestra de trabajos audiovisuales de Chiapas) somos personas que nos dedicamos a la creación, realización, producción, promoción cultural, fotografía urbana, gente campesina e indígena, quienes de modo individual y en colectivo hemos asumido el compromiso de producir cine desde lo local, el cine que la realidad del contexto ha demandado. Apoyamos procesos de formación de realizadoras y realizadores locales, en lo individual y lo colectivo, y a la difusión de la producción local y autónoma, siguiendo los pasos de varias personas que estuvieron antes que nosotras, que nos mostraron y comenzaron un camino para el hacer.
Nuestro trabajo está centrado en la apropiación de los medios y el compartir conocimientos y experiencias en el camino de la realización cinematográfica. Un compromiso profundo con la cultura y el arte abajo y a la izquierda nos junta, coincidimos con los principios que organizan el trabajo desde las realidades concretas locales. Nuestro trabajo no ha tenido como principio la intención de constituirse en un movimiento, ocurrió, porque la realidad y sus actores así lo fueron planteando, es decir, se construyó haciendo.
La forma hegemónica de producir cine tiene un modo jerárquico de trabajo. Nuestro esfuerzo da cuenta de otro modo de producción, formato, apropiación de medios, validación y distribución, un trabajo colectivo que apunta a redefinirse en este sentido. Pero que también deja margen para un modo de narrar, una forma de diálogo, representación y autorepresentación que apunta al desafío de los cánones estéticos y visibiliza a otra, otro sujeto. Decidimos tomar distancia de los reflectores, de la industria de cine que en México tiene como única opción crecer bajo el cobijo estatal y su renta controlada. Así sucede el cine en Latinoamérica. Hemos tenido que luchar por un cine diferente, las personas que desde hace muchos años creamos, realizamos, producimos, hacemos comunicación popular y promoción cultural en Chiapas, decidimos ir al paso de los pueblos y comunidades para comunicar, para denunciar, para crear. El hecho de hacer cine independiente, crear una audiencia, producirlo y distribuirlo se lo debemos a personas que han emprendido una lucha por este trabajo. Nuestro motor no fue la producción estética per se, ni la construcción de una narrativa autóctona forzada, nosotras y nosotros venimos también de una ruptura con el funcionalismo academicista en la formación cinematográfica.
Como habitantes y creadores locales, sabemos de la realidad política y sus actores, conocemos bien el aparato institucional de cultura; sabemos del abierto desprecio que le produce a la clase política chiapaneca la insubordinación y la cultura indígena profunda, no la que ha venido folclorizando; sabemos bien que quienes gobiernan y manejan las políticas públicas, hoy como ayer, no han tenido ningún interés real de promover la formación cinematográfica, mucho menos el cine crítico.
Desde esa perspectiva es que vemos en el FIC-San Cristóbal una más de las estrategias de legitimación del gobierno chiapaneco, esta vez por la vía de la alfombra roja, emblema del negocio del espectáculo cinematográfico que reduce la producción y el trabajo de realizadoras y realizadores a la pasarela de estrellas, de empresas e instituciones del Estado. Para el gobernador de Chiapas, funcionarios locales, estatales y federales, salir en esta foto reporta ganancias, legitimidad política, y es compatible con su política contrainsurgente de mostrar un estado aparente de bienestar social, apertura al diálogo y respeto a los derechos humanos, nada más lejos de la realidad. Chiapas sigue siendo el escenario del abuso, de la ocupación militar, de la operación paramilitar soportada por la autoridad local y la oligarquía chiapaneca. En su haber está un proceso pendiente: El cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés; uno más de los históricos adeudos con los pueblos indígenas que en lo local intenta pasar por alto la existencia de los Pueblos Autónomos Zapatistas y sus Juntas de Buen Gobierno.
Por eso afirmamos que para la clase política y empresarial local el FIC no tiene el propósito principal de difundir la creación artística. Su único afán, es el de ubicarse en el circuito de la industria turística. El festival es al cine y el arte, lo que la maquila a la fuerza de trabajo humana. Llega, usa la fuerza creadora, la enajena, obtiene su renta y se va, dejando a su paso una recolocación de actores de la cultura local, de la que no se hace responsable. Este FIC reposiciona a la clase política local por vía de la cultura, abona a una visión folclorizante de los pueblos y las comunidades, una visión cosificada que les da la posibilidad de rehacer viejos y nuevos cacicazgos culturales entre mestizos e indígenas.
A nosotras nos resulta obligatorio preguntarnos acerca de la pertinencia de un festival de cine para proyección y legitimación del gobierno local. Mientras este festival ocurre, paramilitares atacan comunidades como San Sebastián Bachajón; incrementan los feminicidios y se agrava la violencia de género, se reposicionan los militares en Ocosingo y Palenque; se rehacen guardias blancas de corporativos mineros en la Sierra, se pasan por alto los múltiples despojos de corporativos en pos de bienes naturales sobres comunidades campesinas. A nosotras nos resulta imposible pasar todo esto por alto, porque no tomaremos el avión de regreso a ningún lado, aquí es nuestra tierra, de aquí es nuestra gente, aquí seguiremos cuando el festival se haya ido.
Los fondos públicos que se usan en beneficio de la difusión del arte y la cultura son deber del Estado, celebramos que se destinen a la promoción del cine, no hay nada extraordinario en ello. En lo que disentimos es en el uso ilegal y discrecional del dinero del pueblo, de todas y todos nosotros, en la promoción personal del gobernador local Manuel Velasco, o cualquier gobernador en turno, así como en el abuso y enajenación del espacio como escenario de la frivolidad para el negocio del espectáculo. Si el FIC quedó plegado a ese propósito lo lamentamos porque conocemos de la gente honorable que está en ese espacio.
Tras el olvido del Estado de su encargo en la producción y difusión del arte y la cultura, aquí y en muchos lugares del país, quienes amamos el cine hemos emprendido la tarea de hacerlo a modo propio, diversos, independientes, autónomos y cooperativistas. No coincidimos con la obligación de transitar por el circuito de festivales para ser validados y donde el propósito fundamental se reduce a hacer productos “vendibles”, a la individualización de quien realiza y su conversión en artificio.
Este FIC se hace en un lugar donde la inversión pública para la difusión de la cultura y el arte tienen cifras irrisorias, ni hablar de la formación cinematográfica inexistente; un lugar donde CONECULTA se derrumba mientras regatea las becas a creadores locales. Un lugar que ha sido sede de varios festivales de cine realizados sin apoyo gubernamental, mismos que la autoridad invisibiliza, desprecia y niega.
Invitamos a la comunidad cinematográfica a acercarse, conocer y dialogar sobre la experiencia local de los procesos comunitarios de producción y distribución cinematográfica. Les invitamos a conocer el movimiento local que intenta producir una narrativa profunda, que se intenta quitar la sujeción de la cinematografía occidental de un creador único al mando, sin desdoro de que el cine siga siendo cine. Corriente a la que nosotras y nosotros nos adscribimos porque pugna por hacer visible un modo propio, que resignifica lo estético, pero sobre todo lo considerado “bonito” y estéticamente adecuado según los cánones en boga.
La validación y la certificación estética supone en México pertenecer a una clase cultural dominante de la que tomamos distancia. Hace mucho que renunciamos a eso, pero no nos cerramos a realizar, en la medida de nuestras coincidencias y sin menoscabo de nuestros principios a esfuerzos conjuntos por ampliar los alcances de la cinematografía local y mundial en Chiapas. De este reconocimiento partimos para asistir a los espacios de discusión y diálogo a los que fuimos invitados, organizados por el mismo festival en foros independientes construidos a pesar del Estado. Reconocer las diferencias es el primer paso para el diálogo.
El cine para nosotros es la evidencia y el emblema del tan anhelado mundo donde quepan muchos mundos.
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