Balseros de Chiapas-Guatemala, entre la ilegalidad y la sobrevivencia

Medio millar de balseros transportan diariamente mercancia y personas por el río Suchiate. Foto: Archivo

Medio millar de balseros transportan diariamente mercancia y personas por el río Suchiate. Foto: Archivo

 

 

Leche, azúcar, gasolina, harina, ropa, personas, armas, droga… de todo y a todas horas esta “mercancía” es transportada por la el río Suchiate, ubicado en el estado de Chiapas, y frontera natural entre México-Guatemala.

Desde temprano por la mañana, y hasta que se oculta el sol, cientos de balseros utilizan una plataforma de madera montada sobre cámaras de trailers, para transportar personas y mercancía de un lado a otro de la frontera.

Este paso fronterizo natural –paralelo a la aduana formal que el gobierno de México instaló el puente llamado Tecun Uman– ha sido utilizado ancestralmente como zona de transporte y paso entre las dos naciones.

Para evitar pagar el coste en impuestos, y saldar el trámite burocrático que implica registrar su entrada y salida ante el Instituto Nacional de Migración (INM), miles de habitantes de Guatemala cruzan la frontera por el río Suchiate a bordo de una balsa. Para algunos es una actividad cotidiana que forma parte de su transitar por ambas naciones para realizar sus labores diarias. Para otros es la vía para intentar cruzar México y llegar a Estados Unidos.

A bordo de las balsas también se transporta, de ida y vuelta, grandes cajas y paquetes que en la mayoría de los casos llevan desde refrescos, hasta leche, azúcar, gasolina y otros productos cuyos costos varias de un país a otro, y por lo mismo se hace redituable  comercializarlos en ambas naciones.

Las y los balseros transportan la mercancía y a las personas sin mediar trámites, registros o escrutinio alguno. Basta pagar el costo. La responsabilidad sobre la procedencia, contenido y legalidad de la misma, no es suya, sino de quien pagar por el servicio, explican.

Sin embargo, este 2014, el gobierno de Guatemala implementó un operativo policiaco-militar para tratar de contener este flujo, lo que al decir de las y los balseros, no soluciona de fondo el problema del contrabando ilegal, sino sólo afecta la economía de las miles de personas que prestan su servicio de transporte en la región.

Guadalupe Polanco,  guatemalteca y líder de los balseros en el paso Limón, explica que el presidente de su país, Otto Pérez Molina, “prometió mano dura para la delincuencia, no para los que trabajamos de manera honesta para pasar personas y mercancía”.

La mujer explicó que unos 500 balseros y balseras trabajan de manera organizada en el lugar, donde esta actividad es una de las pocas fuentes de trabajo que existen en su país, aún devastado en su economía, por los 30 años de guerra civil.

“Solo tenemos las aguas del Suchiate que genera trabajo para miles de personas. Esta actividad la realizaron nuestros abuelos, nuestros padres, y ahora viene este presidente a decir que estamos en la ilegalidad”, explica la mujer.

En Paso Limón, poblado guatemalteco, las familias que habitan en su mayoría en casas con paredes de barro y techos de lámina, tienen como único medio de vida el transporte de mercancía, el comercio y el cambio de quetzales por dólares o pesos.

“Con esta persecución que tenemos ahora, lo único que provoca el gobierno es dejarnos sin trabajo y sin que comer. Si tuviéramos otro trabajo, dejaríamos de trabajar en el río. ¿Quieren combatir el tráfico ilegal? Que vayan a sus aduanas, ahí es donde está el verdadero contrabando”, sostiene la mujer.

Elizabeth Ramos, comerciante del Mercado de Malacatán, donde se comercian algunos de los productos que pasan por el río en balsas, explica que el único objetivo de los gobiernos de México y Guatemala, para impedir el tránsito y venta de mercancía, “es para que la vendan ellos, no para que acabe el tráfico ilegal”.

Isamel Cifuentes, balsero en el río Suchiate, quien realiza esta actividad desde hace 15 años, detalla, “hay quienes hacen cosas ilegales, pero hay quienes nos ganamos la vida honradamente”.

Dijo que en para combatir el tráfico ilegal, que a su ver pasa no por sus balsas, sino a través de trailers que cruzan por la aduana, la policía y ejército de ambas naciones, deben revisar la conducta de sus agentes y los grandes cargamentos que pasan por la aduana.

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